Esta no es Mencía, pero la cara de felicidad que tiene es la misma que muestra mi hija cuando está con ellos. Foto: Babycenter |
Desde muy pronto ha tenido mucho trato con dos de sus
tíos, a los que parece haber etiquetado como sus “prefes”. El tío Pablo (el hermano pequeño de Papá) y la tía María (hermana de Mamá). Con ambos tiene una sintonía especial,
cuando está con ellos se vuelve loca y no quiere irse con nadie más que con ellos.
Con la tía María ha pasado mucho tiempo. Este verano se fue
unos días con ella mientras operaban a papá y estas Navidades también
pasó una semana completa con ella (sí, ésa en la que engordó kilo y medio). A
pesar de vivir en Jerez y no verse tanto como les gustaría a ambas, la enana se
pone feliz al escuchar la voz de la tía María en el teléfono o verla a través
de videoconferencia. A la vuelta de Navidad, cada vez que quería algo sólo
decía: “Ia, ia, ia, ia….” Como si no hubiese mañana. Esta Semana Santa iba a
irse de nuevo unos días con ella, pero lo hemos tenido que cancelar de momento
(los motivos dan para otro post). La peque aún no se entera de esas cosas, pero a la tía
María casi le da algo cuando ayer le dije que no se la iba a poder mandar. Me hizo
sentir fatal, la verdad.
El tío Pablo está estudiando en Madrid, por lo que
logísticamente es más fácil que se vean con asiduidad. Además, como el tío
Pablo ha estado ayudando mucho a Papá durante su convalecencia, todas las semanas al menos dos días pasaba la tarde con la loca de su sobri. Era entrar por la
puerta de casa tras recogerla de la guardería y la niña perdía los papeles: gritos,
saltos, abrazos, juegos… mientras a papá ni caso, lo ignoraba. Hace unos días, el tío
Pablo me decía: “Estoy muy triste porque desde que el padre de la criatura es independiente ya no veo a Men. ¿Podría ir a verla aunque no estéis vosotros en
casa?” Evidentemente la respuesta fue que sí. Ayer, mientras que hablaba con la
cuidadora de Mencía a la vuelta del trabajo, por algún motivo salió en la
conversación el tío Pablo, y cuál fue mi sorpresa cuando Mencía empezó a
repetir sin parar: ¡¡¡¡“io alo, io alo, io alo”!!!! Qué pena no haber estado más rápida
y haberla grabado, porque tanto al tío como al padre casi les da algo cuando se
lo conté.
Espero que Men, a pesar de tener a la mayoría de la familia
entre Jerez y Murcia, pueda disfrutar de ellos mucho y su trato con ellos siga
siendo tan tierno como hasta ahora.
P.D.: Gracias al resto de los tíos, por supuesto, por querer
tanto a nuestra pequeña.