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martes, 5 de marzo de 2013

La tía María y el tío Pablo

Esta no es Mencía, pero la cara de felicidad
 que tiene es la misma que muestra mi hija
cuando está con ellos. Foto: Babycenter
Mencía tiene la suerte de tener muchos tíos por ambas partes, a los que quiere muchísimo por supuesto, pero entre los que ya tiene a sus elegidos a pesar de ser tan pequeñita (y que no se me enfade ninguno, ¿¿¿eh???).
Desde muy pronto ha tenido mucho trato con dos de sus tíos, a los que parece haber etiquetado como sus “prefes. El tío Pablo (el hermano pequeño de Papá) y la tía María (hermana de Mamá). Con ambos tiene una sintonía especial, cuando está con ellos se vuelve loca y no quiere irse con nadie más que con ellos.
Con la tía María ha pasado mucho tiempo. Este verano se fue unos días con ella mientras operaban a papá y estas Navidades también pasó una semana completa con ella (sí, ésa en la que engordó kilo y medio). A pesar de vivir en Jerez y no verse tanto como les gustaría a ambas, la enana se pone feliz al escuchar la voz de la tía María en el teléfono o verla a través de videoconferencia. A la vuelta de Navidad, cada vez que quería algo sólo decía: “Ia, ia, ia, ia….” Como si no hubiese mañana. Esta Semana Santa iba a irse de nuevo unos días con ella, pero lo hemos tenido que cancelar de momento (los motivos dan para otro post). La peque aún no se entera de esas cosas, pero a la tía María casi le da algo cuando ayer le dije que no se la iba a poder mandar. Me hizo sentir fatal, la verdad.
El tío Pablo está estudiando en Madrid, por lo que logísticamente es más fácil que se vean con asiduidad. Además, como el tío Pablo ha estado ayudando mucho a Papá durante su convalecencia, todas las semanas al menos dos días pasaba la tarde con la loca de su sobri. Era entrar por la puerta de casa tras recogerla de la guardería y la niña perdía los papeles: gritos, saltos, abrazos, juegos… mientras a papá ni caso, lo ignoraba. Hace unos días, el tío Pablo me decía: “Estoy muy triste porque desde que el padre de la criatura es independiente ya no veo a Men. ¿Podría ir a verla aunque no estéis vosotros en casa? Evidentemente la respuesta fue que sí. Ayer, mientras que hablaba con la cuidadora de Mencía a la vuelta del trabajo, por algún motivo salió en la conversación el tío Pablo, y cuál fue mi sorpresa cuando Mencía empezó a repetir sin parar: ¡¡¡¡“io alo, io alo, io alo”!!!! Qué pena no haber estado más rápida y haberla grabado, porque tanto al tío como al padre casi les da algo cuando se lo conté.
Espero que Men, a pesar de tener a la mayoría de la familia entre Jerez y Murcia, pueda disfrutar de ellos mucho y su trato con ellos siga siendo tan tierno como hasta ahora.
P.D.: Gracias al resto de los tíos, por supuesto, por querer tanto a nuestra pequeña.

miércoles, 9 de enero de 2013

Paso de la cuna a la cama

Antes de Navidad la pediatra de Mencía nos recomendó aprovechar la vuelta de las vacaciones y el comienzo de la rutina para pasar a la peque de la cuna a la cama.
Muchas han sido las críticas que he recibido desde entonces:
- Que si la niña es muy chica...
- Que me voy a arrepentir porque se me acabó la tranquilidad...
- Que le hago demasiado caso a la pediatra...
- Que casi no he usado la cuna...
- Que si la pediatra me dice que tire a la niña por un puente yo la tiro...
- Que soy una exagerada...
Total, que llevo todas las navidades discutiendo con toda la familia por querer sacar a Men de la cunita.
La realidad es que yo estaba y estoy encantada. Las dimensiones de mi casa no son demasiado grandes, más bien es, como yo digo, "una cajita de cerillas", por lo que yo estaba deseando quitar la cuna de mi vista para que la enana pudiese jugar libremente en su cuarto, y más después de la cantidad de juguetes que le han traído los Reyes Magos y que necesitaban un buen espacio en su habitación.
Aprovechando la estancia de Mencía con sus abuelitos maternos y tía María, mi marido y yo nos dedicamos a organizar todos los preparativos de la nueva habitación de la pequeña:
- Comprar la barandilla protectora para que no se cayese de la cama.
- Desmontar la cuna y subirla al trastero (la próxima vez que haya que montarla veremos si somos capaces, jeje).
- Guardar sabinitas, mantitas, edredón, chichoneras de la cuna, embalarlas y subirlas al trastero.
- Vaciar dos cajones de la cómoda para hacer hueco a los juguetes.
- Organizar el armario de Men para quitar del alcance de su mano todas aquellas cosas a las que puede llegar desde la cama.
- Comprar una funda de edredón para la nueva camita de Men que fuese a juego con las cortinas de la habitación.
- Buscar una estructura de cama para que tuviera cabecero y pie (esto no lo hemos conseguido por falta de presupuesto).

Hecho todo esto llegó el día, lunes 7 de enero, Mencía iba a dormir por primera vez en la cama
La verdad es que nos sorprendió gratamente que se quedó muy tranquilita después de rezar con ella y acostarla. Es más, cayó redonda como era lo habitual en la cuna. Tras unas horillas comenzó el baile. A pesar del ajetreo tengo que deciros que fue mucho más llevadero de lo que pensaba. A lo largo de la noche entré algunas veces a ver como estaba, al principio estaba KO pero a partir de la 01.00 de la mañana se despertaba de vez en cuando e iba cambiando de postura. Los momentos clave fueron:
- 02.30 de la mañana: comienzo a oír algunos ruidos extraños, entro en su habitación y me la encuentro saltando en la cama tratando de llegar a una Caja Registradora de juguete que le había regalado mi sobrina Rocío. En cuanto me vio, se tiró corriendo a la cama y se hizo la dormida.
- 5.30 de la mañana: me despierto sobresaltada porque oigo ruidos fuertes a través del intercomunicador, me levanto y cuando entro en su cuarto la veo bajándose de la cama tranquilamente. La volví a acostar y hasta el día siguiente.
Ayer, el segundo día de Men en la camita ni se inmutó, pasó toda la noche tranquilita y no hubo ni que entrar a verla. Resultado = FELICIDAD paternal.
Hoy es la tercera noche en la cama, por ahora estamos igual que ayer, espero no gafarlo y mañana tener que rectificar este post.