jueves, 24 de enero de 2013

¡Terror!: la profesora de Mencía quiere hablar conmigo

Un sentimiento de pánico me ha embargado esta tarde cuando al volver mi hija de la guardería la chica venía con el siguiente recado: la profesora de Mencía quería hablar conmigo urgentemente.
Como ya os he comentado en varias ocasiones, la reina de mi casa es una pedorra con las comidas y tanto con su padre como conmigo no hay manera de que quiera comer, tenemos que hacer encaje de bolillos todos los días para conseguir que coma como Dios manda, y a veces es imposible lograrlo.
Últimamente se está portando regular para comer también con la chica que la cuida. Pero aunque le cueste un poco más de lo normal, al final termina por comerse todo lo que ella le pone por delante.
Pues bien, desde la vuelta de las vacaciones de Navidad Mencía ha estado más revoltosa de lo habitual en la guarde: llora por todo desconsoladamente, chincha a sus compañeros y la comida se le "hace bola". Vamos que no come. Esta última semana volvía siempre con la misma historia: "No ha querido comer nada, sólo el yogur de postre".
Yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja, pero cuando esta tarde la chica que cuida a la niña por las tardes ha dicho "La profesora de Mencía quiere hablar contigo" casi me da un "jamacuco". Rápidamente me he dado cuenta de que mis horarios son incompatibles con los de la profesora, así que he mandado a mi marido a la velocidad de la luz (es un decir) a la guardería para que hablara con ella a ver qué era lo que estaba pasando.
En ese momento me he sentido como mi madre cuando tenía que ir al colegio a recoger las notas de mis hermanos (conmigo no le pasaba porque yo era mejor estudiante) y salía temblando por el enorme número de "cates" que llevaba en su haber... Sé que es un poco exagerado, pero como últimamente está tan petarda allí y encima le ha dado por pegarse a ella misma (comprobado 100% que los mordiscos se los da sola), no sabía si podía estar pasando algo más con la niña, a parte de lo de la comida.
Finalmente y para mi tranquilidad lo único que ocurría es que como ha dejado de comer (ya no lo hace ni sola ni acompañada) la comida de mayores, habían vuelto a darle puré como a los más pequeños y querían saber si nos parecía bien la decisión que habían tomado. Por supuesto, mi marido le ha dicho que fenomenal, con lo delicada que es está esta niña con el peso como para que ahora no coma... pero lo cierto es que alguna solución vamos a tener que buscar para que esta niña vuelva a comer bien. ¿Se os ocurre algo? Ya hemos probado otras veces varias recomendaciones -ponerle dibujos animados en la tele, intentar jugar con ella mientras come, cambiar totalmente la escena habitual de las comidas (de cuarto, de trona, de vajilla...), dejarla sola, ponerle un plato con una ventosa debajo...- pero nada parece dar resultado o, si lo da, apenas dura unos días. Hemos acordado con la profesora volver a intentar que la niña coma sola también en casa todas las comidas, pero me da en la nariz que va a ser una batalla difícil. En fin, ya os iré contando.

martes, 22 de enero de 2013

Las hermanas gemelas de Mencía

Muchos de vosotros pensaréis después de leer este post que soy una mala madre y una mala persona en general. Puede que sea así (espero que no), pero no por el motivo de este post, porque me ciño a hechos objetivos y contrastados con mi marido y algunas de las personas que me rodean.
Creo que aún no os había contado que Mencía tiene una melena similar a la de Sansón. Desde bien pequeñita ya apuntaba maneras, ya que tenía una cresta negra con un pelo muy fuerte y mucha cantidad que mi madre siempre me decía: "¡Esta niña es como Mónica Naranjo!".
Esa mata de pelo en la parte superior se fue unificando con el resto de la cabeza y ya no se nota tanto la diferencia de colores (aunque sigue teniendo el frontal más oscuro que el resto) y ahora tiene una melena de rizos larguísima y con muchísimo pelo en esa zona que no me atrevo a cortarle por temor a no saber manejarlo luego.
Pues bien, aquí viene la historia: 
El domingo por la tarde fuimos a El Corte Inglés de Sanchinarro (mi segunda casa) a buscarle un abrigo a la niña en las Rebajas y cuál fue nuestra sorpresa cuando de repente vimos en un expositor dos muñecas de la marca Antonio Juan que parecían las hermanas gemelas de mi niña. Una en versión despeinada y la otra con coleta. 
No nos pudimos resistir y les hicimos una foto para compartir el momento con vosotros. Hoy mi compi Maya (la autora de la cabecera de La Mami en Apuros) me ha retocado dos fotos de Men para que podáis comprobar los parecidos por vosotros mismos (de momento, me resisto a publicar fotos de mi niña en el blog) y me digáis si estoy o no en lo cierto.
¿Qué os parece? ¿A qué tengo razón y las muñecas parecen hermanas gemelas de Mencía? ¿A qué no soy tan mala persona por haberlo pensado? Ahora que caigo a lo mejor debería haberlas comprado para ver cómo hubiese reaccionado mi niña al verlas (normalmente no les hace demasiado caso)... aunque igual a mi marido le hubiese dado un patatús al verse de repente con tres niñas idénticas en casa, jajaja... 

viernes, 18 de enero de 2013

¿La primera herida de guerra en la guardería o Mencia es masoca?

Os preguntaréis a qué viene el título de este post. No me extraña porque la verdad es que a día de hoy sigo sin tener respuesta.
Las pruebas del delito son estas: 

¿A qué son una pasada? Pues os relato la historia:
El lunes cuando la chica que cuida de Mencía recoge a la niña en la guardería me envía la primera foto y me dice que cree que le han dado un mordisco en la mano. Como yo no lo veía claro, pues me parecía más bien una erupción (esta niña tiene la piel muy delicadita), le dije que volviese a la guarde a preguntar por si sabían algo, pero allí no se habían dado cuenta, lo cual tampoco me extraña porque con tanto niño suelto...
Cuando la peque llegó a casa mi marido me mandó la segunda foto y me dijo que era 100% un SEÑOR MORDISCO. Tampoco le dí mayor importancia, y le dije: "Bueno, ya tenemos la primera herida de guerra de Men en la guarde, a saber quién atizó primero, si ella o el contrincante..." Lo dejamos ahí y nos echamos unas risas.
El martes por la mañana, la peque, que estaba tomando el desayuno con su papi, se enfadó (para variar) y le entró un ataque de nervios que resolvió dándose un "bocao" en la otra mano, pero con una fuerza enorme. 
El padre de la criatura y yo nos quedamos sin palabras. ¿Es que la niña se da los mordiscos a sí misma cuando se enfada? Aún continuamos con la duda, pero, si es así, ¡madre mía estamos criando a una pequeña bestia!

jueves, 17 de enero de 2013

5.000 páginas vistas, 5.000 gracias

Gracias por las 5.000 páginas vistas
Cuando empecé este blog hace casi dos meses como una forma de desahogo del quehacer diario ni se me pasaba por la cabeza llegar a una cifra redonda de visitas ni mucho menos (y eso es lo más importante) conocer a gente tan estupenda a través de la Red. Sé que aún son pocas, pero me hacía ilusión agradeceros a todos vuestra acogida, ayuda, participación y apoyo. ¡Ahora a por las 10.000!
Gracias también al padre de Mencía, que ha sido el autor de la ilustración.

Mamá histérica en el pediatra, otra vez...

Como ya os conté a principios de diciembre al ir a recoger los resultados de unos análisis de Mencía, casi me da un ataque de nervios al ver todos los parámetros de la analítica con asteriscos. Pues bien, ayer tenía que volver a la pediatra para ver qué tal había evolucionado la niña con el cambio de alimentación (atiborrarla a legumbres, pescado y huevos).
Al principio todo bien, Mencía había cogido en un mes 1,100 kg, lo cual es magnífico y yo estaba más feliz que una perdiz alabando las maniobras que la tía María había hecho con la niña en Jerez para cebarla. 
El problema llegó cuando la médico comienzó a explorar a la niña y se dió cuenta de que tenía todo el cuerpo lleno de unas "pintitas" como si fueran puntos de sangre que os juro que yo no las había visto. Rápidamente se puso un poco nerviosa y me dijo:
- "Sole, viste a la niña que la vas a llevar a que le hagan un hemograma ahora mismo, que esas pintitas son síntomas de las plaquetas bajas y cuando estén los resultados avisas a la enfermera para que vuelva a veros".
En ese mismo momento se me pasaron millones de cosas por la cabeza, sobre todo porque vi a la pediatra bastante nerviosa. 
En lo primero que pensé fue en una compi de trabajo a la que hace algunos meses, en unos análisis de rutina, le detectaron las plaquetas bajas y parece que es por una enfermedad autoinmune que a la pobre le trae de cabeza (todos los martes tiene que ir a hacerse análisis, a que le inyecten un tratamiento experimental y a que la vea el médico). Automaticamente ya me estaba poniendo yo en la misma situación, ¿¿¿para qué voy a pensar bien verdad???
Después de que entre cuatro enfermeras consiguiesen sacarle sangre al animalito que tengo por hija –tiene la misma fuerza que Sansón– mientras que lloraba descontroladamente, tuvimos que esperar más de una hora y media hasta que la pediatra nos volvió a ver.
Finalmente la niña no tenía nada relacionado con las plaquetas, lo que tenía era un exantema vírico que se le quitará en unos días y que tenemos que hidratar mucho.
Cuando salí del Hospital (llegamos a las 8.15 y nos íbamos a las 11.00 horas) casi me eché a llorar de la ansiedad que me había generado la situación. A decir verdad, de vuelta a la oficina se me escapó alguna que otra lágrima...